miércoles, 26 de noviembre de 2008

El negro os sienta tan bien

















Es un día claro de invierno. Una luz fría se recuesta sobre las tumbas del cementerio del Este. Entre la verticalidad de las lápidas medita un hombre: un periodista enfundado en un abrigo de paño negro con los cuellos volados. Tiene la expresión adusta y la cabeza encorvada. Sus manos largas están tostadas por el sol y sus gestos, suaves, transmiten sosiego.

Nació en Madrid, en el barrio de la universitaria, hace ya más de treinta años. Cree en el sol, en la obstinación y en el hombre. Es hijo de una artesana y un contable. Hasta ahora ha sido bien poca cosa: empleado de un agente marítimo, redactor en la sección de local de un diario en quiebra, trompetista de reemplazo. Acaba de recibir una noticia pésima: va a morir dentro de tres años. Por eso acude al camposanto a dejar caer allí su meditación:

“Para quien pierde su vida, nada hay donde aferrarse, y ningún lugar donde la melancolía pueda salvarse de sí misma”.

martes, 18 de noviembre de 2008

Gracias por fumar










Lo que más me gustaría ahora sería desaparecer. Escapar a otro lugar, mudar de recipiente, conquistar distintos amigos, nueva familia. Evaporarme de esta charca para que no puedan rastrear mis humedades en la caja de ahorros, ni en la agencia aseguradora, ni en la compañía distribuidora de luz. Aspiraría a rajar la ropa, dar de baja el correo electrónico, regalar los libros y hacer una hoguera con mis sillas Le Corbussier de piel de potro. Sería de valientes despuntar el bolígrafo, estrellar el utilitario contra el gimnasio y rasgar los inservibles títulos académicos. Dejar caer el televisor desde el balcón, pisar los cedés con las botas de montaña y sí, enviar a la papelera de reciclaje todas las copias de seguridad. Tendría su mérito. Bajaría de dos en dos las escaleras y saltaría el nombre del buzón con un destornillador. Con cada acción desanudaría un nudo de la trama de mi existencia y quedaría suelto, ligero, vacío de posibilidades… Me arrancaría mis virtudes como el que se arranca la piel a tiras.
He descubierto que la autodestrucción es una brillante forma de fracasar.



El Farolero

martes, 11 de noviembre de 2008

Los malos hábitos







Hoy voy a ser sincero. Siempre he tenido, sin grandes esfuerzos, éxito con las mujeres. No digo conseguir hacerlas felices, ni ser feliz gracias a ellas, me refiero al éxito sin más. Soy capaz de vender a cualquiera de mis padres por una aventura de diez minutos con una mujer bella aunque luego me pase diez años lamentándome amargamente. Naturalmente existen reglas. La mujer de un amigo es sagrada. En este caso hay que dejar, con toda sinceridad, de ser amigo del tipo algunos días antes. La sociedad me aburre extraordinariamente, las mujeres nunca. Con frecuencia me sustraigo del mundo si una mujer imponente pasa frente a mí.
Eso sí, esta afición por las mujeres termina creándome numerosos problemas.